domingo, 18 de diciembre de 2011

Escribo esto pensando cada día cuanto te amo,
cuanto cuesta no mirarte reflejada en lo que hago,
como un lago de sorpresas que depara el día a día
tranquilizando las aguas al saber que ahora sos mía.
Que me enfrente a lo que enfrente nada impide que sonría,
al tener como mi guía tu mirada y tu alegría,
Tu sonrisa compañía componiendo melodías
ironías al releer lágrimas que no fueron mías.
¿Qué sorpresas da la vida? ¿Y por qué yo me sorprendo?
Que me salvaste la vida es lo poco que ahora entiendo.
¿Quién explica, si no, como esto fue sucediendo?
Dos personas tan distintas que se fueron seduciendo.
Reescribiendo con paciencia los errores del pasado,
que cansado ya de verlos en mi mente había escondido,
tan querido y tan cambiado ahora tengo mi revancha
para curar mis errores y crecer ahora contigo.

Ya no digo lo que siento y ya no siento lo que digo
porque hablar es estar vivo y sentir es vivir contigo.
Ya no siento lo que digo y ya no digo lo que siento
porque cada vez que intento recordar estás conmigo.

Porque cada vez que intento recordar estás conmigo,
retirándome del frío que generan los fantasmas,
devolviéndome un instante que jamás creyó ser mío
y sacando de mi pecho los dolores de otras almas.
Tu calma y tu ternura entregadas en el hecho,
de surcar por el maltrecho camino de la esperanza,
no se cansan, amenazan con curar todo aquí dentro
responsables indudables de equilibrar la balanza.

Y otra vez me encuentro en frente de la misma encrucijada
ver que vos por mi das todo y yo no puedo darte nada.
Ver que me das sentimientos y calor cuando hace frío
y yo solo puedo dar besos y capaz esto que es mío.
Y aunque sé que todo esto tarde o temprano termina
y todo amor y toda rima mueren con el día a día.
Solo quiero que sonrías y camines libremente
al saber que sos la fuente del disfrute de mis días.

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